En la obra de Tim Jackson que hemos revisado en las entradas anteriores, este economista nos ofrece
un planteamiento interesante sobre la crisis.
Simplificando un poco las explicaciones y el complejo
tejido de mecanismos, podemos decir que generalmente, desde las posturas más críticas (al menos dentro
de los límites de mi conocimiento), se señala como causa
principal de la crisis económica al excesivo peso de la economía
financiera frente a la economía productiva. Desde los años 80, la
economía financiera despegó y se separó de la economía
productiva, de manera que se estaban generando enormes beneficios
sobre operaciones “vacías”. El peso de las finanzas en la
actividad económica tiene dos facetas que han sido especialmente
dañinas. La primera es la desregulación financiera, que llevó por
ejemplo a la venta rápida y opaca de enormes cantidades de productos
financieros “tóxicos”, que ofrecían una elevada rentabilidad
monetaria a corto plazo a costa del riesgo que conllevaban. Algunos
ejemplos son las hipotecas “subprime” o las hipotecas NINJA (No
Income, No job, No asset). La segunda consecuencia, derivada de la
anterior, es el excesivo endeudamiento de las familias y de las
empresas. Estas deudas han llegado a un punto en el que no podían
ser solventadas *.
Aunque parece bastante claro que esta compleja red de
actividades financieras fuera de control ha tenido una influencia en
la presente situación, creo que el análisis de Jackson da un paso
más allá. Su idea es encontrar la causa última que ha llevado a
esta situación. Es cierto que el excesivo endeudamiento y la
desregulación financiera son causas de la presente crisis, pero hay
una pregunta que va antes: ¿por qué se han producido el
endeudamiento y la desregulación? La respuesta del autor de
“Prosperidad sin crecimiento” es que ha sido la propia búsqueda
desesperada del crecimiento lo que ha llevado a esta situación. La
necesidad de promover un consumo continuo y de aumentar las ganancias
para que creciese la economía y se alcanzase “la prosperidad”,
han producido esta distorsión y configuración perversa de la
actividad económica. El crecimiento es la causa última estructural
de la crisis económica desencadenada en 2008.
A pesar de que hay algunas diferencias en las economías
capitalistas (en el libro se distinguen dos variedades fundamentales:
las economías liberales de mercado y las economías coordinadas de
mercado), todas se caracterizan por perseguir el crecimiento. Las
respuestas políticas al colapso financiero han buscado el
restablecimiento de la situación anterior, tomándose medidas provisionales y a corto plazo. La deuda privada
ha pasado en buena medida a ser pública debido a los rescates
financieros. El fondo del problema, la necesidad del crecimiento, no
ha sido cuestionado.
Que la explicación de Jackson sea más o menos
acertada, no es una cuestión que pueda ser valorada aquí. Sí puedo
valorar, en cambio, que por lo menos el autor nos ofrece un
planteamiento que merece
nuestra atención. El análisis de las causas de la crisis debería marcar el
camino a seguir por las respuestas políticas y sociales a la misma.
Nuestras economías y nuestro desarrollo social podrían ir
completamente desencaminadas de las respuestas necesarias, estar
marchando a la deriva, perdidas en una búsqueda irracional e
ilusoria del anhelado crecimiento.
*Análisis más profundos y elaborados sobre la crisis pueden ser vistos por ejemplo en:
Medios donde informarse:
http://www.attac.es/
http://www.monde-diplomatique.es/
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