Título: "La
metamorfosis del trabajo. Búsqueda del sentido. Crítica de la razón
económica"
Autor: André Gorz
Edición: 1995, Madrid: editorial Sistema.
Público al que puede interesarle: activistas políticos y sindicales, personas expertas o interesadas en Economía y Sociología.
Tesis del libro:
Los supuestos sobre los que se ha fundado la modernidad se encuentran
en crisis. La racionalidad entendida exclusivamente como racionalidad
económica, basada en el cálculo contable, está llevando a un
distanciamiento y escisión entre la vida personal y la vida laboral
y a un progresivo empobrecimiento de buena parte de la sociedad, cuya
situación laboral es precaria e inestable o bien está desempleada.
Por ello es necesario repensar la organización social y laboral
desde distintos criterios y racionalidades, conduciéndonos hacia
una sociedad de tiempo liberado, en la que se reparta el trabajo de
manera que todos tengamos menos horas de trabajo, recibiendo una
renta completa, y dispongamos de tiempo para realizar actividades
autónomas y de trabajo para uno mismo y para los colectivos a los
que pertenezcamos.
Ideas secundarias del texto:
La expansión del capitalismo se produce a partir del momento en que
la racionalidad económica se impone y se separa de otros tipos de
racionalidad, de otros fines e intereses. Lo racional se reduce a lo
que resulta del cálculo contable y sólo se admiten las relaciones
dinerarias. En el ámbito del trabajo, la organización científica
propia del capitalismo se expresa en el esfuerzo de separar el
trabajo (como categoría económica cuantificable) de la persona.
Para que las personas tuviesen que trabajar más horas de lo que
consideraban necesario, se hizo necesario imponer una cultura y una
socialización en el consumo. Se trabaja no sólo para subsistir,
sino para consumir una cantidad ilimitada de productos que
proporciona el mercado y que son idealizados por el aparato
publicitario.
Si hacemos un recorrido histórico sobre el concepto del trabajo,
vemos que este es un concepto de la modernidad y por tanto es un
principio estructurador de la sociedad relativamente reciente. El
trabajo ha sido el fundamento de la integración social desde los
inicios del industrialismo. En esta época era el factor de
socialización por excelencia y permitía acceder al consumo de los
distintos productos y servicios. Sin embargo, los cambios de los
últimos decenios están llevando a que el trabajo no sea la
principal fuente productiva y ya no hay posibilidad de que toda la
población activa ocupe puestos permanentes. El avance de la técnica
y de la maquinaria permiten que se pueda automatizar una buena parte
del trabajo que antes tenía que ser realizado por personas.
Además, los sistemas de producción permiten que se produzcan bienes
y servicios que podrían cubrir las necesidades de la población.
Estos aspectos podrían llevar a unos avances en la igualdad
social, en la distribución de bienes y riquezas y en la búsqueda
del sentido de las actividades humanas pero, por el contrario, está realidad produce
una mayor desigualdad y una pérdida de sentido de la vida laboral.
La liberación de trabajo está haciendo que las clases trabajadoras
se escindan en tres sectores. Un primer sector de élite, cubre
puestos para los que se requiere mucha formación y que no son
fácilmente sustituibles. Esta élite de trabajadores goza de grandes
privilegios como salarios muy elevados y cierta movilidad
profesional, aunque dedica muchas horas a su trabajo, por lo que
no dispone apenas de tiempo libre. Su formación corre a cargo de las
empresas en las que trabaja y se ve sometido a una necesidad continua
de reciclaje de capacidades y conocimientos. Un segundo sector lo
compone una mano de obra periférica, que está empleada de forma
permanente en puestos sin cualificación de peso (es reemplazable) o
que está ocupada de forma parcial y en situación precaria. El
tercer sector lo compone una mano de obra externa a las empresas, que
puede cubrir tanto labores cualificadas (gestión de equipos
informáticos) como no cualificadas (por ejemplo, limpieza o
seguridad).
En este contexto, los distintos valores e ideas que componían la utopía del trabajo
deben ser modificados. Esta utopía sostenía la importancia del
esfuerzo, del dominio (en el sentido de apropiación técnica) de los
medios de producción y el hecho de que el trabajo debería permitir
el desarrollo de las capacidades individuales. La ideología del “recurso humano” ha asumido algunos de los
principios de esta utopía y la empresa intenta instrumentalizar los
factores que no tienen que ver con las aspiraciones económicas para
convertirlos en elementos que fomenten la productividad y la
competitividad. La empresa quiere dar la imagen de ser un lugar en el
que sus trabajadores se pueden realizar personalmente. Según Gorz esto no es más que una creación ideológica que impide ver lo
perjudicial de las transformaciones del trabajo: gran parte
de las personas no pueden de hecho trabajar en actividades
remuneradas y, aquellos que lo hacen, se ven forzados a una
competitividad extrema y deben dirigirse hacia unos objetivos
extraños para ellos mismos. Son actividades heterorreguladas. El
capital decide el trabajo que se realiza y cómo se realiza.
¿Hacia que tipo de sociedad y de trabajo debemos aspirar en base a
los cambios que estamos viviendo? Lo que Gorz propone es que la
liberación de trabajo debe orientarse hacia un reparto del trabajo
entre todos, de manera que todos trabajen menos horas y obtengan una
renta completa por ello. Esta reducción podría hacerse
progresivamente y llevaría al fomento de todas aquellas actividades
que han sido abandonadas por no responder a la racionalidad económica
o ser incluso opuesta a ella, pero que son también actividades
necesarias y de gran importancia (por ejemplo, los cuidados, actividades culturales y sociales...).
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