jueves, 26 de julio de 2012

Ken Robison y sus ideas sobre la escuela

                 ¿Las escuelas matan la creatividad? Una visión peculiar sobre la creatividad y la escuela

                                    Cambiando paradigmas: TDAH, origen de la escuela,etc.


En estos dos vídeos, Ken Robinson nos presenta con humor algunas ideas sobre la educación que en mi opinión son fundamentales.

 La primera cuestión importante tiene que ver con el origen de los sistemas educativos públicos, las circunstancias en las que surgieron y el pensamiento que los sustentaba. Los sistemas educativos valoran por encima de todo capacidades de pensamiento abstracto, asumiendo lo que Robinson llama un "modelo intelectual de la mente". En cambio, otras perspectivas mantienen que la inteligencia tiene múltiples facetas y es dinámica. Esta amplitud de las capacidades humanas y los distintos tipos de inteligencia no se ven representadas en el modelo predominatnte de la escuela. Robinson lo expresa provocativamente diciendo que el objetivo del sistema educativo es "producir profesores universitarios". De esta manera, muchas personas quedan fuera, pues siendo especialmente buenas en algo (por ejemplo, la danza), no se las valora e incluso pueden llegar a ser estigmatizada.

En estrecha relación con esto, entran en juego las exigencias de la industrialización, que llevan a una "mentalidad de línea de producción", donde se junta a los niños y las niñas basándose exclusivamente en el criterio de la edad, se les pone a trabajar siempre de forma individual y se fragmentan y compartimentan las distintas materias. Estas materias además están altamente jerarquizadas según su utilidad para el mercado y hay una gran presión hacia los resultados "visibles" medidos a través de pruebas estandarizadas.

La proliferación de estudiantes que son diagnosticados con TDAH (déficit de atención e hiperactividad) es sospechosa. En palabras del autor esto constituye una "epidemia ficticia" que lleva a que se pase "anestesiado" por el sistema educativo. Según Robinson la cultura escolar está separada de la vida cotidiana de la escuela. Fuera de la escuela los niños y las niñas atienden a múltiples estímulos y fuentes de información, mientras en la escuela se ven retenidos en sus asientos para asimilar información "aburrida". Además, el sistema educativo está estructurado de forma que provoca la pérdida de la capacidad de pensar de forma divergente y ser creativo (tener ideas originales con valor), debido en buena parte a que se genera un miedo a equivocarse, miedo al error.

En definitiva, la conclusión principal de su argumentación es que en un mundo de absoluto cambio e incertidumbre se debe preparar a los estudiantes para que piensen por sí mismos y tengan ideas distintas y originales.


viernes, 20 de julio de 2012

Entrevista a Tim Jackson

Creo que después de haber hablado tanto sobre lo que dice y contar sus propuestas, conviene también escucharle directamente.

martes, 17 de julio de 2012

Lógica social del consumo



En cuanto a la lógica social del consumo y a cómo éste pasa a formar parte de nuestra subjetividad, creo que Tim Jackson, realiza un análisis muy preciso en su obra de Prosperidad sin Crecimiento. Hay dos aspectos que son especialmente interesantes en relación a esto.
El primer aspecto tiene que ver con cómo los bienes materiales pasan a constituir el mecanismo de posicionamiento social y competición por el estatus por excelencia. Baudrillard presentaba el concepto de simulacro funcional, que hacía referencia a cómo se ha pasado a la clasificación y discriminación de los sujetos en base a los objetos (1). En efecto, el número de objetos materiales que podemos adquirir y el valor monetario de los mismos, nos dan una idea de la posición social que ocupan las personas y le proporcionan a la persona un estatus. Hay determinados bienes que se producen con el fin de proporcionar una “distinción” a quien los posee (por ejemplo, vehículos de lujo como los de la marca Ferrari o teléfonos móviles bañados en oro) (2). Su funcionalidad frente a otros productos similares es escasa y sólo destacan porque su elevado precio hace que no sean accesibles para la mayor parte de las personas. En esta confusión de los deseos y las necesidades, se potencian la competitividad social y los comportamientos egoístas y se penalizan en cambio la cooperación y el altruismo.
El segundo elemento importante es cómo el consumo ha pasado a constituir una vía para la realización personal. Hay una búsqueda de realización de los ideales, de los sueños y las aspiraciones, basada en el consumo. Las personas se marcan sus objetivos personales y se orientan hacia los demás en función de los bienes materiales. Podríamos decir incluso, caricaturizando la situación, que seguimos una “religión del consumo”, donde nuestro afán por consumir constituye nuestra forma de buscar trascendencia o, visto de otra forma, nuestra forma de evitar hacernos preguntas fundamentales acerca de la muerte y la existencia. En todo esto se trasluce una pérdida de valores sociales, un desplazamiento de la ética y la búsqueda de la buena vida y su sustitución por el hedonismo.
En torno al consumo se ha generado un universo simbólico y ha habido unos niveles invasivos de publicidad con mensajes en todos los frentes, que han contribuido claramente a esta dinámica y esta perversión de la subjetividad y las relaciones sociales. Esta es una de las líneas de cambio necesario a las que apunta Tim Jackson. 
(1) Baudrillard, J. (1974) Critica de la economía política del signo . Ed. Siglo XXI, México. 
*Para una revisión extensa de autores y obras que han analizado la sociedad de consumo de masas o postindustrial (Baudrillard, Adorno, Marcuse, Barthes...) ver Muñoz, B. (1989). Cultura y comunicación. Introducción a las teorías contemporáneas. Barcelona: Barcanova.
(2) Bourdieu analiza ampliamente la formación del gusto social y la distinción en su obra traducida al español "La distinción: criterio y bases sociales del gusto" (1999). Madrid: Editorial Taurus. 

lunes, 16 de julio de 2012

Las consecuencias de la sociedad de consumo de masas


El libro de Jackson ofrece una crítica muy completa de la sociedad de consumo. El autor no sólo atiende a las consecuencias sociales, económicas y políticas que ha tenido el crecimiento apoyado en el consumismo, sino que también analiza cómo ha afectado a las relaciones sociales y a las personas, esto es, cómo se ha visto transformada nuestra subjetividad. En esta entrada voy a apoyarme en su texto y en otros para valorar las principales consecuencias sociales, económicas y políticas de la sociedad de consumo. 
Los gobiernos están encerrados en la promoción del consumo y eso ha hecho que pierdan parte de su papel como garantes del bien común. Además, la ideología neoliberal ha marcado precisamente una lucha por la restricción de la intervención del Estado sobre la actividad económica (1). Al amparo de esta ideología se ha justificado la reducción de la capacidad financiera de los Estados, a través de las privatizaciones de todo tipo de empresas públicas (incluidas aquellas de sectores estratégicos como los relacionados con la energía) y la limitación de ingresos fiscales, por ejemplo mediante reducciones de impuestos de sociedades, mantenimiento de “paraísos fiscales” (2) y falta de control sobre las transacciones financieras. De esta manera, se ha generado una dependencia de la financiación estatal en los mercados bursátiles (3). En consecuencia, la capacidad económica de los Estados se ha visto muy reducida y hay distintos agentes económicos (por ejemplo, multinacionales) que pueden tener mayor capacidad financiera que la de muchos países. En este contexto económico los márgenes de acción de los Estados están muy restringidos a la hora de garantizar el bien común o diseñar políticas económicas (4). En los gobiernos democráticos dentro de los Estados modernos, se ha planteado desde distintos ámbitos la existencia de un “modelo neocorporativo”, lo que implica el peso de organizaciones procedentes de la esfera productiva en la toma de decisiones políticas (5). Lobbies de muy diversos tipos, pero principalmente pertenecientes a grandes empresas, tienen una influencia decisiva en los parlamentos. Por ejemplo, según el partido Iniciativa per Cataluya Verds (ICV), en el Parlamento Europeo hay 4.435 lobbistas acreditados con pleno acceso a las sesiones de comisiones y los plenos, y en la Eurocámara la proporción es de 6 lobbistas por eurodiputado/da. Este partido señala además que el 70% de los lobbies que actúan en Bruselas representan los intereses de grandes empresas (6).
Siguiendo estos argumentos, creo que no estamos hablando entonces sólo de un problema de gobernanza en un sentido conceptual, como quizás plantea Jackson, sino de que hay un problema de gobernanza en el sentido amplio de la capacidad de acción de los gobiernos. Los Estados no sólo han pasado a pensar menos en el bien común, sino que de hecho su capacidad para maniobrar aisladamente en esta línea está muy limitada. Esto debe ser tenido en cuenta en el planteamiento de medidas efectivas para replantear la cuestión del crecimiento.
Una última consecuencia que es necesario destacar de la economía sustentada en el consumo es la excesiva producción de bienes materiales, con el consecuente desgaste progresivo de las fuentes y aumento de los sumideros. Los problemas ambientales que van llamando nuestra atención constituyen un elemento que por sí mismo debería hacernos replantear y reconfigurar nuestro modelo de desarrollo.


(1) Sampedro, J.L., y Taibo, C. (2006). Conversaciones sobre política, mercado y convivencia. Madrid: Catarata
(4) Villares, R. y Bahamonde, A. (2001) Mundo Contemporáneo. Siglos XIX y XX. Madrid: Taurus.
(5) Cotta, M.. (1988). Parlamentos y Representación. En Pasquino, G (ed). Manual de Ciencia Política. Madrid: Alianza Editorial. 
 
 

¿Es el crecimiento la causa última de la crisis económica?

En la obra de Tim Jackson que hemos revisado en las entradas anteriores, este economista nos ofrece un planteamiento interesante sobre la crisis. 
Simplificando un poco las explicaciones y el complejo tejido de mecanismos, podemos decir que generalmente, desde las posturas más críticas (al menos dentro de los límites de mi conocimiento), se señala como causa principal de la crisis económica al excesivo peso de la economía financiera frente a la economía productiva. Desde los años 80, la economía financiera despegó y se separó de la economía productiva, de manera que se estaban generando enormes beneficios sobre operaciones “vacías”. El peso de las finanzas en la actividad económica tiene dos facetas que han sido especialmente dañinas. La primera es la desregulación financiera, que llevó por ejemplo a la venta rápida y opaca de enormes cantidades de productos financieros “tóxicos”, que ofrecían una elevada rentabilidad monetaria a corto plazo a costa del riesgo que conllevaban. Algunos ejemplos son las hipotecas “subprime” o las hipotecas NINJA (No Income, No job, No asset). La segunda consecuencia, derivada de la anterior, es el excesivo endeudamiento de las familias y de las empresas. Estas deudas han llegado a un punto en el que no podían ser solventadas *.
Aunque parece bastante claro que esta compleja red de actividades financieras fuera de control ha tenido una influencia en la presente situación, creo que el análisis de Jackson da un paso más allá. Su idea es encontrar la causa última que ha llevado a esta situación. Es cierto que el excesivo endeudamiento y la desregulación financiera son causas de la presente crisis, pero hay una pregunta que va antes: ¿por qué se han producido el endeudamiento y la desregulación? La respuesta del autor de “Prosperidad sin crecimiento” es que ha sido la propia búsqueda desesperada del crecimiento lo que ha llevado a esta situación. La necesidad de promover un consumo continuo y de aumentar las ganancias para que creciese la economía y se alcanzase “la prosperidad”, han producido esta distorsión y configuración perversa de la actividad económica. El crecimiento es la causa última estructural de la crisis económica desencadenada en 2008. 
A pesar de que hay algunas diferencias en las economías capitalistas (en el libro se distinguen dos variedades fundamentales: las economías liberales de mercado y las economías coordinadas de mercado), todas se caracterizan por perseguir el crecimiento. Las respuestas políticas al colapso financiero han buscado el restablecimiento de la situación anterior, tomándose medidas provisionales y a corto plazo. La deuda privada ha pasado en buena medida a ser pública debido a los rescates financieros. El fondo del problema, la necesidad del crecimiento, no ha sido cuestionado.
Que la explicación de Jackson sea más o menos acertada, no es una cuestión que pueda ser valorada aquí. Sí puedo valorar, en cambio, que por lo menos el autor nos ofrece un planteamiento que merece nuestra atención. El análisis de las causas de la crisis debería marcar el camino a seguir por las respuestas políticas y sociales a la misma. Nuestras economías y nuestro desarrollo social podrían ir completamente desencaminadas de las respuestas necesarias, estar marchando a la deriva, perdidas en una búsqueda irracional e ilusoria del anhelado crecimiento.
 
*Análisis más profundos y elaborados sobre la crisis pueden ser vistos por ejemplo en: 
Medios donde informarse: 
http://www.attac.es/
http://www.monde-diplomatique.es/
 
 
 

domingo, 15 de julio de 2012

Prosperidad sin Crecimiento, de Tim Jackson IV: propuestas de cambio de rumbo


Ante la situación presentada en las entradas anteriores, el texto de Jackson entra finalmente en las propuestas de cambio. Según este autor, debemos reflexionar profundamente sobre el significado de la prosperidad y sobre la idea de que ésta se vea garantizada por una economía basada en el crecimiento. Buscar la prosperidad debe ser un proyecto compartido para lograr el florecimiento de las capacidades humanas. La prosperidad no se basa sólo en el bienestar material. No hay una relación estricta entre el nivel de ingreso y el nivel de florecimiento; en algunos países, a partir de una fracción mucho menor de PIB per cápita, se logran niveles significativos de florecimiento. Una vez superado un nivel de cobertura de las necesidades materiales básicas, hay otros factores que inciden en ella. La prosperidad se sustenta en aspectos como la salud física y mental, el acceso a la educación y la democracia, la confianza, la seguridad, el sentimiento de comunidad, las relaciones sociales, un trabajo gratificante y la posibilidad de participar en la vida social. Las estructuras consumistas de las economías basadas en el crecimiento incentivan lógicas perversas de competitividad social y penalizan y exigen importantes sacrificios a las personas que quieren actuar de una forma más sostenible.
Estas consecuencias perjudiciales de las economías basadas en el aumento de la demanda y la conciencia de la existencia de límites ecológicos, exigen cambios estructurales para redirigir nuestra prosperidad y favorecer el florecimiento por caminos más adecuados ecológicamente. Jackson plantea que es necesario alcanzar una economía estable sin crecimiento, para lo cual es necesario tomar medidas profundas en tres ámbitos principales: 
1) Establecimiento de los límites ecológicos. 
Se deben poner metas de limitación y reducción del desgaste de recursos y de las emisiones de carbono. Esto debe ir acompañado de una reforma fiscal ecológica que penalice los “males económicos” (la producción de contaminación) y reduzca las cargas impositivas sobre los “bienes económicos” (por ejemplo, ingresos). Dado que los países con economías avanzadas han tenido una mayor responsabilidad en el agotamiento de las fuentes y el aumento de los sumideros, es necesario que se dé un apoyo a las economías en transición para que puedan avanzar en esta línea de desarrollo sostenible.
2) Recomposición del sistema económico. 
Para empezar, se debe pensar una macroeconomía ecológica, que dé cuenta de cómo funciona una economía con capacidades limitadas de emisiones y desgaste de recursos, y corregir la contabilidad nacional. El PIB está muy limitado en estos dos aspectos, pues no atiende a los daños ecológicos y sociales de la actividad económica y además invisibiliza importantes actividades como el trabajo doméstico, los cuidados o el trabajo voluntario. La valoración de la productividad laboral debe ser revisada pues tiende a reflejar perjuicios en sectores donde lo fundamental son las interacciones humanas. La productividad del capital también debe ser reconceptualizada, pues la nueva situación exigirá cambios en las formas de inversión y rentabilidad. La actividad económica exigirá inversiones en infraestructuras, empleo y activos con objetivos ecológicos. Esto requiere de un mayor peso del sector público en busca del beneficio común y de que se dé importancia a rentabilidades que van más allá de lo puramente monetario (rentabilidad social, ecológica...). También se debe aumentar la prudencia financiera y fiscal, evitando los excesivos niveles de endeudamiento y controlando la actividad financiera a nivel nacional e internacional.
3) Modificar la lógica social consumista. 
Esto exige una modificación de las políticas de trabajo, favoreciendo el reparto del trabajo y la flexibilidad en el tiempo de trabajo. La distribución del trabajo es una de las formas de hacer frente al desempleo derivado de la disminución de la productividad laboral en épocas de crisis. Se deben promover medidas para resolver el problema de la desigualdad social sistémica y restringir la transmisión institucional de la cultura consumista (por ejemplo, limitando el nivel de publicidad o reforzando la durabilidad de los productos y evitando la obsolescencia planificada). Asimismo, se debe fortalecer la cohesión social y la formación de vínculos comunitarios a través de la promoción de lo público (espacios públicos, bibliotecas, reducir la movilidad geográfica de la mano de obra...) y tener en cuenta indicadores de florecimiento en los análisis de los países.

Para llevar a cabo este cambio de rumbo el sector público debe tener un papel central, lo que exige un replanteamiento de su significado, de sus funciones y del tipo de actividad que lo ha caracterizado en las últimas décadas.

Prosperidad sin Crecimiento, de Tim Jackson III: "la jaula de hierro del consumismo"


¿Qué implicaciones tiene la sociedad de consumo de masas según Tim Jackson?
Para mantener la estabilidad, la actividad económica se ha sustentado en el aumento de la producción de bienes materiales y servicios para el consumo. Si el consumo se para, la economía entra en una etapa de profunda desestabilidad y desempleo. El crecimiento exige vender más bienes, innovar continuamente y estimular cada vez más la demanda de consumo. Se genera un proceso continuo de “destrucción creativa”, en el que se hace necesario producir cada vez más bienes materiales de usar y tirar. Además, los objetos materiales entran a formar parte de una lógica social en la que siempre hay un deseo de consumir más allá de nuestras necesidades básicas. Los objetos materiales pasan a formar parte de nuestro “yo ampliado”, constituyen un elemento de posicionamiento y distinción social y una forma de canalizar, sin éxito, necesidades psicológicas y sociales de las personas. El consumo nos permite participar en la vida social, ofrece consuelo, variedad y excitación e intenta aproximarnos a sueños e ideales; este ciclo siempre fracasa, llevando a más necesidad de consumo. La estructura del capitalismo y esta lógica social imperante nos tienen encerrados en lo que Jackson llama la “jaula de hierro del consumismo”. 
Esta jaula ha producido importantes perjuicios sociales. Para que la población pudiese consumir y la economía crecer, se han favorecido los procesos de endeudamiento en unos niveles excesivos y se ha desregularizado el mundo financiero, lo que ha dado lugar a la crisis económica que vivimos desde 2008. Además, los gobiernos y las empresas han alimentado el mundo simbólico alrededor del consumo, generando una competitividad por el estatus y el posicionamiento social a través del consumo. Se fomenta el excesivo individualismo y el materialismo, dando lugar a una erosión del compromiso social y una orientación de la población hacia metas egoístas. Hay una recesión social y un incremento de la insatisfacción social, causadas en parte por la dispersión de la comunidad geográfica, la pérdida de los lazos sociales más próximos. Asimismo, las desigualdades sociales se han visto incrementadas en los últimos 20 años, lo que genera una situación injusta y un incremento de la insatisfacción de la población y de las tensiones sociales. Por último, el Estado, encerrado también en este dilema del crecimiento, ha perdido su papel como garante del bien común al orientarse exclusivamente hacia la promoción del consumo.

Prosperidad sin Crecimiento, de Tim Jackson II: los límites ecológicos


Nos explica Tim Jackson que, desde finales de los años 70, se ha empezado a poner de manifiesto que el planeta tiene unos límites ecológicos que restringen la capacidad de sustentar la actividad económica en el incremento continuo de la producción y el consumo de bienes materiales. Estos límites ecológicos se expresan en dos cuestiones principales. La primera es “el problema de las fuentes”, que consiste en la escasez de los recursos existentes para producir y consumir. El petróleo ha sido una de las principales fuentes en las que se ha sustentado el crecimiento económico, debido en parte a su abundancia y su precio asequible. Cuando este recurso finito empiece a escasear, el momento del llamado “pico del petróleo”, su elevado precio hará que sea un recurso inaccesible para la mayoría de países. Este desgaste es aplicable a recursos minerales tales como el cobre, el estaño, el zinc o la plata. El uso de las tierras y la producción de alimentos también tiene limitaciones y sus precios pueden alcanzar valores muy altos que impidan la alimentación de millones de personas, tal y como sucedió en el comienzo de la crisis de 2008.
La segunda limitación ecológica importante es el “problema de los sumideros”. Esto se refiere a la capacidad del medio ambiente para absorber el impacto derivado de las actividades económicas. En este ámbito, uno de los principales problemas es el del cambio climático, pero también hay otras señales de alarma: la deforestación, la contaminación del suelo, la escasez de agua potable o el colapso de las pesquerías.
Frente a estas limitaciones ecológicas, las posturas que defienden el crecimiento apuestan por la desvinculación como mecanismo de solución: como el sistema de producción se reconfigura y se va haciendo más eficiente, progresivamente se iría haciendo menos dependiente del flujo de materiales. En términos de desvinculación relativa, esto es, un descenso de la intensidad ecológica por unidad de producción, parece que ha habido ciertos avances. Sin embargo, estos avances, que se reducen al contexto de los países con economías avanzadas, no indican un cambio real positivo pues no tienen en cuenta la reducción absoluta del impacto sobre los recursos. En efecto, si atendemos a la desvinculación absoluta, al descenso del impacto sobre los recursos en términos absolutos, vemos que tanto las emisiones de carbono como el flujo de materiales en general se han visto aumentados desde los años 80. En esto ha influido el crecimiento de la población, factor que no está considerado en la desvinculación relativa. Por consiguiente, para Jackson el argumento de la desvinculación y el aumento de la eficiencia productiva no parecen suficientes para afrontar el problema de los límites ecológicos en el crecimiento. Se deben realizar cambios estructurales.

miércoles, 11 de julio de 2012

Prosperidad sin Crecimiento, de Tim Jackson I

Título: Prosperidad sin Crecimiento. Economía para un planeta finito.
Autor: Tim Jackson.
Edición: 2011, Barcelona: Icaria e Intermón Oxfam (trabajo original de 2009).
Tipo: Ensayo.
Público al que puede interesarle: economistas, sociólogos, psicólogos, politólogos; personas integradas en movimientos sociales y/o con sensibilización hacia el medio ambiente y el consumismo.

Tim Jackson, profesor de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Surrey (Inglaterra), presenta en este libro parte del trabajo encargado por el gobierno del Reino Unido a una Comisión para el Desarrollo Sostenible, de que formaba parte como comisionado de Economía (entre 2004 y 2011). Es un libro de gran interés, que realiza un análisis global del sistema económico, entrando también en aspectos políticos y sociales. Dado que aborda temáticas muy diversas y realiza propuestas específicas que es conveniente valorar, le dedicaré varias entradas. En esta primera haré una presentación general de sus ideas.

TESIS DEL LIBRO
Las economías modernas están atrapadas dentro del “dilema del crecimiento”. Por un lado, según está estructurada la economía, se hace necesario perseguir el continuo crecimiento de la economía a través de la producción y consumo de bienes materiales si se quiere mantener una estabilidad económica y social. Por otro lado, los límites ecológicos del planeta ponen de manifiesto que esta economía en permanente crecimiento es insostenible. En consecuencia, se hace necesario modificar estas condiciones estructurales y generar un sistema económico estable sin crecimiento, que permita la prosperidad; es decir, la capacidad para florecer, realizarnos como seres humanos y desarrollar nuestros potenciales, teniendo en cuenta los límites ecológicos de nuestro planeta.  

PALABRAS CLAVE
Crecimiento, consumismo, límites ecológicos, economía ecológica, prosperidad.

ESQUEMA GLOBAL DE LAS IDEAS DEL LIBRO
esquema realizado con el apoyo del software Visual Understanding Environment
 

martes, 3 de julio de 2012

"El último lector", de Ricardo Piglia.

Título: El último lector.
Autor: Ricardo Piglia.
Edición: 2000, Barcelona: Anagrama.
Público al que puede interesarle: general (personas con pasión por la lectura), críticos literarios y estudiantes de Literatura, Filología, Humanidades...
Tipo: ensayo.
Otras obras relevantes del autor:  La ciudad ausente (novela); Plata quemada (novela, que ha sido adaptada al cine).

RESUMEN 
La obra de Ricardo Piglia presenta las reflexiones del autor sobre mundos posibles de lectores y de formas de lectura. Estas reflexiones están construidas en diversos capítulos en los que se refleja de una forma muy personal la experiencia de distintos lectores reales y ficticios (Kafka, Che Chevara, Borges, Anna Kareninna...). Con cada lector se muestra una aproximación distinta a la lectura y a la escritura y se proyecta una visión ética, social, filosófica y política de la misma.


COMENTARIO CRÍTICO
La amplitud y variedad de los pensamientos expresados en “El último lector” se asientan en cuatro ejes, en cuatro viajes. Un viaje a través de diversos lectores para comprender por qué y para qué se lee. Un segundo viaje a través de la historia de la Literatura, en el que se puede hacer un repaso de grandes escritores y de grandes obras literarias. Un tercer viaje hacia ciertos momentos históricos de gran relevancia en los que se cruzan las vidas de estos lectores. Por último, se puede hacer un viaje hacia la intimidad y la vida del propio autor. 
El último lector” destaca por ser una obra difícil de clasificar dentro de un género literario concreto. Este libro está compuesto a partir de una mezcla de estilos. El texto está estructurado y está escrito de manera similar a la de un ensayo. Pretende hacer una crítica a partir de la pregunta de ¿qué es un lector? Para ello utiliza un estilo argumentativo y no se relata una historia, no hay una trama. Sin embargo, faltan elementos clave propios de un texto ensayístico. Frente a la claridad de las ideas a defender, la organización y la utilización de unos argumentos para convencer de las mismas que caracterizarían a un ensayo, Piglia mantiene a lo largo de la obra una ambigüedad, un cierto desorden, una ausencia de introducción y de conclusiones claras. En este aspecto reside la originalidad de “El último lector”, pues su crítica deja un espacio abierto a la reflexión, a la creación y a la construcción por parte del lector. Podríamos decir que es un ensayo novelístico, un ensayo impregnado por la cualidad de la ficción y marcado con tintes autobiográficos. La intención del autor en este sentido está claramente expresada en el epílogo: “Desde luego este libro no intenta ser exhaustivo. No reconstruye todas las escenas de lectura posibles, sigue más bien una serie privada; es un recorrido arbitrario por algunos modos de leer que están en mi recuerdo.” A pesar de su originalidad este aspecto tiene un doble filo: si el lector del libro busca un relato literario, no puede encontrar la pasión de seguir una trama coherente y, si busca una reflexión sobre la lectura, no puede encontrar una claridad expositiva y una ordenación de las ideas. Por ello, para disfrutar de esta lectura se debe estar interesado y ser consciente de dónde está posicionada esta obra. En caso contrario, uno acabaría defraudado en las primeras páginas.