domingo, 30 de septiembre de 2012

¿Hay crisis de la representación política? Los enfoques de democracia deliberativa y democracia participativa

Continuando con la pregunta de si existe una crisis de la representación política, en esta entrada voy a discutir las propuestas de la democracia deliberativa y la democracia participativa.*

Estas corrientes académicas defienden que los partidos se han distanciado de los electores (una idea bastante extendida en nuestra sociedad a la que atenderemos en posteriores entradas). Este distanciamiento se ha sido producido por factores como la existencia de los medios de comunicación, que permiten emitir mensajes directamente a los electores; la financiación pública de los partidos, con la consecuente pérdida de peso de la financiación de los afilados; y el mayor nivel educativo y una mayor exigencia por parte de los ciudadanos. Hay una pérdida de legitimidad de los representantes y un desencanto y disminución de la participación política por parte de la ciudadanía.

El voto tiene muchas limitaciones como instrumento de participación y no es eficaz para influir en las decisiones. Además, la política se ha tecnificado excesivamente y la ciudadanía queda fuera del debate público. La ciudadanía puede tener una mayor responsabilidad y tiene capacidad para tomar decisiones sobre los asuntos públicos. Lo esencial es la publicidad de la política y la existencia de fuentes plurales de información y medios de comunicación independientes. La ciudadanía debe estar bien informada y tener conocimiento de las cuestiones políticas. 
 
Los defensores de la democracia deliberativa hacen un énfasis mayor en la necesidad de mejorar la comunicación en relación a la vida política y generar espacios de deliberación, lo que facilitaría los consensos, la tolerancia y la toma de mejores decisiones en términos de justicia distributiva. 
 
Por su parte, los partidarios de formas de democracia participativa, consideran que los ciudadanos pueden autogobernarse y que promover formas de participación directa de la población favorecería la resolución de conflictos, el compromiso ciudadano y la consolidación de la democracia. Estos mecanismos de participación directa deberían ser introducidos de una manera progresiva. 
 
Las principales cuestiones que se pueden presentar en contra de ambas corrientes es que resultaría muy difícil conseguir que toda la ciudadanía tenga conocimiento suficiente sobre los asuntos políticos, y que se pueden generar efectos perversos debido a las posibilidades de manipulación que ofrecen los medios de comunicación de masas y los nuevos conocimientos de “marketing político” y propaganda. Aquí podemos incluir posicionamientos como el de Sartori, tratado en la entrada anterior, que considera que la ciudadanía en general no puede ser dotada con un mayor poder decisorio o una mayor influencia pues está centrada en sus propios intereses. La política se acabaría desvirtuando y convirtiéndose en una lucha de intereses particulares. 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Hay crisis de la representación? La perspectiva de Sartori

Desde los años 60 y 70 del siglo XX se viene planteando desde algunos sectores la existencia de una crisis de la representación política. La valoración de esta crisis, y con ello las posibles medidas a tomar, puede verse desde perspectivas diferentes.

En esta primera entrada voy a discutir la perspectiva de Giovanni Sartori, politólogo y profesor emérito de la Universidad de Columbia, a partir de sus textos ¿Hay crisis de la representación? y En defensa de la representación política 

Sartori hace énfasis en que lo que se ha perdido ha sido la calidad de la representación. Para este autor el elemento fundamental en la representación es la búsqueda de lo general y el alejamiento de los intereses localistas. La representación debe dirigirse desde el interés de la totalidad y los representantes no pueden estar sometidos a mandatos imperativos, ya que así no pueden adaptarse a las circunstancias en beneficio de la totalidad. Cada vez hay más personas a las que representar y un mayor número de asuntos a tratar, por lo que es difícil establecer una representación fiel y particular. Cuanto más se atiende a las demandas de la ciudadanía menos responsables son las decisiones. Los representantes han pasado de gobernar pensando en la totalidad y en la calidad del gobierno a centrarse en “la cantidad”, intentando obtener el máximo número de votos asumiendo cualquier coste y adaptándose a las tendencias del electorado. Según Sartori los electores no buscan el interés público. Por consiguiente, la forma de afrontar esta crisis es centrarse en cómo garantizar la calidad, las buenas formas de representación, y no en proporcionar mecanismos de participación directa de la población. Buscar una democracia más participativa llevaría a que prevaleciese el “desinterés público” de los electores. 
 
Es cierto que la calidad es más importante que la cantidad y que muchas veces el criterio de la mayoría no tiene por qué ser el acertado. Asimismo, en nuestra realidad cotidiana podemos ver que la forma de ejercer la representación política es cuestionable (no sólo en las altas instancias). No obstante, la posición de Sartori asume dos supuestos sin apenas justificarlos. El primero es que el electorado no tiene criterio general y sólo buscaría la defensa de intereses particulares dejando de lado lo común. Sea esta afirmación más o menos ajustada a la realidad, lo cierto es que no puede sustentarse más que en un prejuicio sobre cómo es la ciudadanía. Difícilmente podemos saber  de forma empírica si toda la ciudadanía tiene o no un criterio sobre el interés común y si tomaría sus decisiones teniendo en cuenta este factor. Además, tampoco podemos saber si con la educación y con la información adecuada sectores mayoritarios de la ciudadanía podrían de hecho formarse ese criterio y aplicarlo. Precisamente la democracia se sustenta en parte en asumir una capacidad y un criterio mínimo por parte de la ciudadanía.

El segundo supuesto que creo que asume Sartori, complementario con el anterior y que no está expresado, sino que más bien está implícito, es el hecho de que los representantes sí que pueden tener un criterio general y son capaces de dejar de lado los intereses particulares y velar por la totalidad. Si asumimos este argumento, creo que entramos en un camino en el que debemos mirar todas las opciones con cautela. Por un lado, si los representantes salen de la ciudadanía en general, deberíamos pensar en consecuencia que los representantes tienen las mismas cualidades que el resto de la ciudadanía. Si pensamos como Sartori que la ciudadanía sólo puede apoyarse en el “desinterés público”, entonces todos los representantes tenderán a buscar los intereses particulares, generando luchas localistas y rompiendo los vínculos e intereses de la totalidad. Por otro lado, para pensar que los representantes sí que son capaces de centrarse en el interés común, debemos pensar que o bien son ciudadanos “fuera de lo común” y que sobresalen y son elegidos por su criterio y su capacidad general, o bien reciben una formación excepcional que les permite desarrollar dichas habilidades. Lo cierto es que la formación de los representantes políticos, al menos hasta una edad avanzada, no presenta en general aspectos específicos o muy distintos de los del resto de la ciudadanía. En consecuencia, nos quedaría asumir que los representantes suponen una masa preseleccionada de personas con virtudes y conocimientos superiores al del ciudadano común. La única forma de que esta concepción no derivase en una oligarquía o en un gobierno aristocrático, sería pensar que los procesos de filtración y selección que hacen que los representantes políticos lleguen a ser candidatos y luego sean elegidos es un proceso de características excepcionales, donde se da un conocimiento directo de las competencias y los valores y virtudes de estos. Esto quizás sería viable en elecciones de pequeñas localidades. Sin embargo, en sociedades a gran escala como las nuestras no es posible y el proceso por el que las personas llegan a ser representantes es bastante opaco y está muy supeditado a la pertenencia y la posición dentro de un partido político.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La evolución de los sistemas representativos, por B. Manin II

En su obra "los principios del gobierno representativo", Bernard Manin dedica su última capítulo a analizar la evolución de los gobiernos representativos. Establece tres momentos:

1. En el periodo de auge del “parlamentarismo”, los representantes eran personas que habían logrado ser prominentes en su comunidad y tienen una red importante de conexiones locales. Se trataba de un gobierno de notables, cuyas decisiones políticas y sus votos se basaban en su conciencia y criterio personal. La opinión pública sólo se expresaba a través de acciones y presiones extraparlamentarias, y el debate constituía una necesidad para la deliberación colectiva y el posicionamiento de los representantes.
2. En el segundo periodo, denominado “democracia de partidos”, los partidos establecían un fuerte vínculo identitario con sus votantes, separados por clases sociales, y los candidatos eran elegidos en el seno de los partidos por su activismo y sus dotes burocráticas. La elección era una expresión de confianza en el partido. Los representantes tenían obligaciones con las posiciones del partido y la puesta en marcha de sus planes dependía en buena medida del balance de fuerzas derivado de los resultados electorales. La opinión pública estaba estructurada y organizada por los partidos y los votantes apenas tenían acceso a informaciones contrarias a las de su partido. Las discusiones deliberativas tenían lugar internamente en los partidos, mientras que en los parlamentos hay una disciplina de voto marcada por las posiciones previas definidas por el partido.
3. Por último, en la “democracia de audiencias”, los resultados electorales ya no están determinados por las circunstancias sociales, económicas y culturales de los votantes. Independientemente de estas puede haber variaciones en las preferencias electorales. Puesto que la situación política es cada vez más compleja e impredecible, se tiende a seleccionar candidatos individuales basándose en la confianza que inspiran. La característica que hace destacar a los candidatos es el manejo de la comunicación mediática; se trata del gobierno de los expertos en medios. El electorado funciona como una audiencia que reacciona frente a la circunstancias particulares de cada elección. Como las promesas electorales no toman forma definida la independencia de los representantes es mayor. La opinión pública está marcada por los medios de masas, que tienen tendencias políticas determinadas pero no están vinculados estructuralmente con los partidos, y toman forma otros elementos de expresión de la opinión como los sondeos. En los parlamentos no suele haber discusiones deliberativas, sino que los líderes marcan la opinión que es apoyada por los miembros de su partido. Hay otros espacios de reunión y discusión entre la ciudadanía y entre grupos de interés y organizaciones ciudadanas con los representantes. En opinión de Manin en este momento hay una sensación de crisis de la representación que posiblemente esté producida por el mantenimiento o el aumento de la distancia entre gobernantes y gobernados.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Los principios del gobierno representativo, de Bernard Manin I

Título: Los principios del gobierno representativo.
Autor: Bernard Manin.
Edición utilizada: Alianza Editorial, 2006
Público al que puede interesarle: general, con interés en la teoría y la historia política

Bernard Manin, nos ofrece en este libro una aproximación histórica y filosófica a la constitución, evolución y desarrollo de los gobiernos representativos. Actualmente se suele considerar que el sistema representativo es una variante de gobierno democrático. Sin embargo, desde la introducción, el autor hace notar que en su origen los teóricos y partidarios del gobierno representativo, precisamente lo presentaban y lo defendieron como un sistema opuesto y superior a la democracia.

El argumento central de Manin es que el éxito y la estabilidad de los sistemas representativos reside en una combinación de democracia y oligarquía. Esta ambigüedad permite a las élites y a la ciudadanía en general hallar formas de satisfacer sus intereses. Manin analiza estos elementos y presenta los cuatro principios que considera básicos en los sistemas representativos (independencia parcial de los representantes, libertad de opinión pública, elecciones periódicas y juicio mediante la discusión). Posteriomente analiza cómo estos principios se han expresado en los distintos momentos históricos de los gobiernos representativos (parlamentarismo, democracia de partidos y democracia de audiencias).

El texto de Manin es académico, no divulgativo, pero creo que su contenido y su lenguaje son accesibles también para público que no sea experto en la materia. Sin duda permitirá a aquel que lo lea comprender mejor el funcionamiento de nuestro sistema político y hallar sus virtudes y sus defectos.










martes, 4 de septiembre de 2012

Diccionarios y recursos para aprender inglés

Aquí va una selección con algunas direcciones útiles para el aprendizaje del inglés:
Diccionarios: 
1. Oxford dictionaries: es un diccionario muy completo, que además de las definiciones de las palabras (en inglés), te presenta usos y expresiones con las mismas y distingue entre inglés británico o estadounidense. Poco a poco están empezando a traducir palabras a distintos idiomas, entre ellos el español. En algunas hay traducción y en otras no. Incluye además algunos juegos y recomendaciones para mejorar la escritura.
2. Merriam-Webster: diccionario de inglés de la enciclopedia británica. Además de tener las definiciones en inglés, incluye un diccionario de español-inglés y un thesaurus que te da una lista de términos asociados con esa palabra y sinónimos y antónimos. También incluye juegos para aprender.
3. Wordreference: este diccionario permite la traducción directa entre distintas lenguas y el español.  Tiene la ventaja de incluir un foro donde puedes hacer consultas lingüísticas que a veces no puedes solucionar con diccionarios.

Material audiovisual y lectura: 
1. Ted (ideas worth spreading): charlas en inglés sobre temas muy diversos. Se puede acceder a subtítulos al menos en inglés y, normalmente, en otras lenguas, entre ellas español.
2. Audiolibros clásicos
3. Una selección de vídeos de Youtube: está hecha por un profesor de inglés, Casey Sier, del que he aprendido algunos de estos recursos.
4. Proyecto Guternberg: cuenta con una selección de libros de libre licencia (de los que ya se han vencido los derechos de autor) que puedes descargarte.
5. Por supuesto, para mejorar la lectura (y de paso informarte) se puede recurrir a la prensa en inglés. Periódicos como el New York Times o The Guardian son accesibles vía web.

Preparación de exámenes:
1. La página de http://www.flo-joe.co.uk/ tiene contenidos y ejercicios para ayudarte a preparar los distintos exámenes de Cambridge.

Otros:
1. Directorio del aula de autoaprendizaje de la escuela de idiomas La Escuela de Idiomas Jesús Maestro de Madrid tiene hecho un directorio de enlaces con sitios interesantes para aprender distintas lenguas.
2. BBC Learning English