domingo, 3 de junio de 2012

El e-reader como soporte y como libro

El mundo de la lectura parece estar viviendo, si no una revolución, al menos un profundo cambio de forma progresiva. Con los últimos soportes de lectura, los e-readers o lectores electrónicos, se cambia el concepto del material físico que tomamos entre nuestras manos y del concepto de lo que es un libro.
Los e-readers presentan dos funciones básicas. Por un lado, nos permiten leer distintos tipos de textos (literatura, ensayos, artículos...) en un aparato que podemos transportar y manejar con facilidad. Por otro lado, los e-readers constituyen un almacén de textos, una verdadera biblioteca que podemos organizar según nuestros propios criterios, necesidades e intereses. En muy poco espacio podemos transportar una enorme cantidad de libros y revistas y acceder a ellos con unos simples movimientos.

Aunque todavía sentimos apego (y probablemente lo sigamos sintiendo) hacia el tacto y el olor del libro de papel, quizás la creciente importancia del mundo digital en nuestras vidas modifique nuestros afectos. Además del soporte físico, los propios textos cambian en los entornos digitales y, en un lector electrónico, pueden tener formas de organización diversa y mostrar con facilidad una convivencia entre la escritura y la imagen. Asimismo, pueden estar abiertos a una una actualización y una expansión (o reducción) permanentes.

Hay infinitos tipos de lectoras, lectores y lecturas. El abanico de posibilidades del e-reader le permite aproximarse a todos ellos y, en todo caso, en este momento en el que conviven dos soportes (puede que incompatibles, puede que no), debemos apropiarnos individual y colectivamente del nuevo y decidir cuál es el espacio que va a ocupar en nuestra cultura y nuestra lectura.

En mi situación particular, el libro de papel y el e-reader están en un periodo de convivencia. Todavía siento la necesidad de tener en papel las grandes obras de Dostoyevsky, Mann, Cortázar, García Márquez... Me da la sensación de que así se aseguran una mayor pervivencia en el tiempo y en mi vida. Lo otro me parece más frágil, más cambiante, más fácilmente eliminable. También me pasa que el lector electrónico del que dispongo no me permite trabajar con facilidad el texto (subrayar o tomar notas es posible, pero no tan cómodo como en papel), lo que me produce ciertas restricciones. Aun así, debo reconocer que la idea de llevar una biblioteca conmigo me produce una enorme satisfacción. El mundo digital me ofrece enorme cantidad de contenidos que entran en el lector electrónico y que anhelo leer, por lo que picoteo mucho de aquí y allá. Es demasiado, eso está claro, pues es muy fácil copiar y pegar y así me veo desbordado de lo que quiero y no puedo. Debo aceptar ese ritmo pausado, esa lentitud, ese asentamiento al conocer y al leer que sí que he podido alcanzar (tras mucho trabajo) con el libro de papel.

2 comentarios:

  1. Comparto tu opinión en esta entrada cuando hablas de las ventajas de los e-readers, sobre todo la que más peso tiene para mi es la de que puedes tener dentro de estos aparatos una especie de almacén de libros(me niego todavía a llamarlo biblioteca). Además son fáciles de usar y de transportar por lo que su uso es totalmente practico para la sociedad actual. Pero aún así me es imposible imaginar leer ciertas obras en ellos, sobretodo si las leyese por primera vez. La sensación inevitablemente no puede ser la misma, ese ritual en torno al libro tradicional con el tacto de sus hojas y con la imaginación con rienda suelta no se me hace comparable con los e-readers. Supongo que a estos e-readers les veo como algo útil y práctico para la sociedad actual y como nos movemos pero me niego a pensar en que supongan la sustitución del soporte papel, pues la experiencia con este esta muy arraigada en nosotros como para cambiarlo tan rápido.

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  2. Es verdad que parece que no es lo mismo leer en el e-reader y que lo otro tiene ritual. El libro de papel es algo que está enraizado en nuestra cultura, y por eso nos cuesta pensar que pueda desaparecer su espacio o reducirse considerablemente. Pero podría pasar. Imagino que los cambios serán distintos dependiendo de los tipos de textos y quién sabe si en unos años seguiremos pensando igual. Las cosas cambian a un ritmo tan acelerado que es muy difícil predecir cualquier cosa...

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