La cultura audiovisual ha encontrado su nicho más fecundo en el mundo digital. Entre las infinitas posibilidades de material que puede ser distribuido y compartido y sus inmensas funciones, vamos a ver cómo han evolucionado los cortometrajes.
Los cortos normalmente estaban dirigidos a públicos más especializados, que tenían un interés específico en dicho tipo de producciones. La principal forma de distribución era a través de festivales y concursos, ya que las salas de cine no suelen proyectar cortometrajes y, si lo hacen, es presentando un conjunto de ellos en alguna jornada específica. Las facilidades de colgar y difundir los cortos a través de la red han producido un viraje. Además de las formas tradicionales de dar a conocer un cortometraje, como la presentación a concursos, se puede subir a Internet en páginas web o en plataformas como Youtube, para que así cualquier usuario pueda disfrutarlo. Sólo hace falta tener el tiempo para verlo, pero incluso esto, en algunos casos, es un problema fácilmente salvable. Desde los 10 o los 15 segundos se puede marcar un guión que ofrezca interés y que permita expresar imágenes llamativas. Así ocurre por ejemplo con el proyecto de Nanometrajes Urbanos en Chile, donde podemos encontrar los mejores nanometrajes presentados desde que se inició la idea en 2004. Muchos de ellos están en Youtube, como por ejemplo esté de La Once,que recibió el primer premio en 2010.
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